por: Pr. Gerson VEga
“Y tomó Jethro, Suegro de Moisés, holocausto y sacrificio para Dios: y vino Aarón y todos los ancianos de Israel a comer pan con el suegro de Moisés delante de Dios”. Éxodo 18:12
Fueron momentos de muchos viajes.
Momentos de arduo trabajo y estrés, Momentos lejos de la familia.
Momentos en que cualquiera se hubiese quejado. Ya en los capítulos anteriores vemos la estresante situación exagerada de un pueblo quejándose por comida y por agua. Ante esto, hubiera sido fácil quejarse también o renegar de la obra de Dios, haciendo quejas contextualizadas cómo está:
“Este pueblo es terco, no me tratan bien Dios no me contesta rápido, no he recibido el sueldo, Tengo que dirigir muchas iglesias, Cómo 2000 personas para visitar, camino muchos kilómetros, mis zapatos ya se gastaron” etc, etc. He escuchado muchas quejas cómo está, Y reconozco que no es fácil liderar o con estos pensamientos negativos. Esta actitud de quejarse, puede decepcionar a cualquier persona, de hacer la obra de Dios.
“Irá andando y llorando el que lleva la preciosa simiente; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”.
Salmos 126:6
Esto nos da una gran lección. Hacer la obra de Dios no es nada fácil, tiene sus matices. Momentos de gozo y momentos de lágrimas. Está claro que éstas lagrimas son parte de lo que cuesta ganar el corazón de las personas en un lugar donde no se conoce de Dios. Como refiere el apóstol Pablo, las persecuciones en contra de nosotros por nuestra fe. (2 Timoteo 3:11)
Aún con todo esto, testificamos de las buenas nuevas, y de los prodigios que Dios ha hecho en nuestra vida. Vivimos confiados que la parte difícil y dura de la obra, tendrán su recompensa.
Moisés estaba conectado con los principios de Comunión, Relacionamiento y Misión. Consagraba su vida en las manos de Dios. Había aprendido a ser paciente 40 años en el campo.
Ahora bien, El líder, alguien que no debe perder la paciencia. Es el que siempre debe tener a mal tiempo buena cara.
Y esto, solo se logra cuando permitimos que el Espíritu Santo dirija nuestro ministerio.
Moisés tenia familia, dos hijos, una esposa idónea, y a su suegro.
Moisés al recibir el llamado de Dios y el gran desafío de ir a Egipto y sacar al pueblo de la esclavitud, no expuso a su familia, en toda esta situación. Ellos quedaron con el suegro Jethro.
Luego de volver de Egipto, Moisés fue sabio en testificar cómo Dios había hecho grandes prodigios, Este testimonio impacto tanto la vida de Jethro, el cual quedó convencido de que el verdadero Dios estaba con su yerno. Ahora el Suegro estaba convertido y adoró a Dios (Versículo 8)
Jethro un suegro conforme al corazón de Dios.
Jethro, es el suegro que llega a conocer a Dios y quedó convencido y convertido, por el testimonio de su yerno Moisés.
“Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos”. Éxodo 18:11
Jethro fue de gran bendición para Moisés.
- Ayudó a Moisés en su responsabilidad familiar en momentos de extensa labor.
- Alabó a Dios por el testimonio de las buenas nuevas que Moisés le trajo.
Jethro es el que representa bien a todos aquellos suegros, suegras o familiares que son una bendición en la familia ministerial. En el capítulo 18, se repite 13 veces la palabra suegro, 10 veces la expresión “Suegro de Moisés” sin dunda Moisés aprecia mucho a su suegro, con quien tiene un buen relacionamiento.
Dios usó a Jethro para aconsejar a Moisés. Jethro, ahora convertido, identificado y comprometido con el pueblo de Dios, fue usado por el Espíritu Santo, y su consejo trasciende hasta hoy como principio del éxito en el liderazgo.
“Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo”. Éxodo 18:24
Una vez más Moisés dando un buen ejemplo de liderazgo. Los líderes necesitamos aprender a escuchar.
Es bueno escuchar la voz de la experiencia, más aún cuando está ligada a la sabiduría divina.
Seguro que no fe fácil para Moisés despedirse de su amado suegro. El tiempo que estuvieron juntos, ambos honraron a Dios con sus obras.
Cuando tenemos temor de Dios, y damos un buen testimonio a nuestros familiares, logramos ganarlos para el reino de los cielos y Dios puede obrar en ellos y usarlos para el buen avance de su obra.
¿Recuerdas algún momento que tus familiares te ayudaron? Y si no fue así, al menos ¿cuándo fue la última vez que fuiste motivo de bendición para ellos?
Si tienes a un suegro suegra, familiar, que es de gran bendición para tu ministerio, agradece a Dios, h hazle saber cuan bendecido eres por su ayuda.
No dejemos de orar por aquellos, suegros, suegras y familiares que aún no conocen a Dios. Recordemos que nuestro testimonio y todo lo que compartimos con ellos, honrará a Dios y afianzará su fe en Él. Será maravilloso cuando en el cielo estemos juntos habiendo ganado a nuestros familiares para Cristo y presentarlos a Jesús aquél gran glorioso día.
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